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PERROS Y GATOS FAMOSOS LA FAMA ES PURO CUENTO (AQUÍ NO TRATAMOS SÓLO DE PERROS Y GATOS AFAMADOS O CON AMIGOS CÉLEBRES) PERO ES UNA BUENA PUERTA DE ENTRADA PARA CONOCER HISTORIAS O ESTAMPAS ENTRAÑABLES. AL FIN Y AL CABO: EN CUALQUIER PERRO O GATO CONFLUYEN TODOS LOS PERROS O GATOS QUE EXISTEN O HAN EXISTIDO TANTO EN LA REALIDAD COMO EN LA IMAGINACIÓN HUMANA.

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lunes, 29 de noviembre de 2021

LA GATA QUE VIVÍA EN EL PALACIO - SEI SHONAGON

 






 La gata que vivía en el Palacio (Sei Shonagon)

A la gata que vivía en el Palacio le habían conferido el honor del tocado de la nobleza y la llamaban Dama Myobu. Era una gata muy linda y Su Majestad tenía buen cuidado de que la trataran con cariño. Un día paseaba por la veranda y la Dama Uma, el ama que la cuidaba, le gritó:

 —iQué traviesa! Entra inmediatamente. La gata no le hizo caso y se quedó tomando sol. Para darle un susto, el ama llamó al perro Okinamaro y le dijo: 

—Okinamaro ¿dónde estás? Ven y muerde a la Dama Myobu. El tonto de Okinamaro, creyendo que el ama hablaba en serio, se abalanzó sobre la gata, que asombrada y aterrada corrió detrás de la persiana en el Comedor Imperial donde estaba sentado el Emperador. Atónito, Su Majestad levantó a la gata y la tuvo alzada. Llamó a sus caballeros de honor. Cuando apareció Tadataka, el Chambelán, Su Majestad ordenó que Okinamaro fuera castigado y desterrado a la Isla del Perro. Los servidores se apresuraron a correr al perro en medio de la confusion general. Su Majestad regañó también a la Dama Uma. Le dijo: 

—Tendremos que buscar una nueva ama para nuestra gata. Ya no puedo contar contigo para atenderla. 

La Dama Uma se inclinó. Desde entonces no volvió a presentarse ante el Emperador. La Guardia Imperial no tardó en apresar a Okinamaro y en expulsarlo del Palacio. iPobre Okinamaro! Solía andar tan arrogante. Hace poco, en el tercer día del Tercer Mes, cuando el Primer Secretario Veedor lo hizo desfilar por los jardines del Palacio, el perro estaba engalanado con guirnaldas de hojas de sauce, flores de durazno en la cabeza, y collares de flores de cerezo en todo el cuerpo. ¿Quién le habría dicho que ésta sería su suerte? Todos nos apiadamos. Una de las damas de honor recordó:
 —Cuando Su Majestad estaba cenando, Okinamaro siempre estaba presente sentado frente a nosotras. ¡Cómo lo extraño! 
Cerca del mediodía, pocos días después del destierro de Okinamaro, oímos el fuerte ladrido de un perro. ¿Cómo puede un perro ladrar durante tanto tiempo? Todos los demás perros salieron como locos para ver que sucedía. Mientras tanto, una mujer que lavaba los baños, corrió hacia nosotras. Dijo:  
—Es terrible. Dos Chambelanes estan castigando a un perro. Van a matarlo. Lo castigan porque volvió después de haber sido desterrado. Tadataka y Sanefusa son quienes lo golpean. 
Evidentemente la víctima era Okinamaro. Quedé muy afligida y mandé una sirvienta para pedirles a los hombres que desistieran, justo en aquel momento cesó el ladrido. Una de las criadas me informó: 
- Está muerto. Han tirado su cuerpo fuera del portón. 
Esa tarde, cuando lamentábamos la suerte de Okinamaro, entró un perro muy triste; temblaba todo, y su cuerpo estaba hinchado. Una de las damas de honor dijo: - ¿Será posible que éste sea Okinamaro? Últimamente no hemos visto ningun perro que se le parezca, ¿no es así?
 Lo llamamos por el nombre, pero no respondió. Algunas de nosotras insistíamos en que era Okinamaro; otras, en que no era. Al oír nuestra discusión la Emperatriz dijo: 
—Busquen a la Dama Ukon. Ella podrá identificarlo. La Emperatriz señalando al perro preguntó: 
—¿Es Okinamaro? 

La Dama Ukon dijo: —Se parece mucho, pero no puedo creer que esta abominable criatura sea nuestro Okinamaro. Cuando yo llamaba a Okinamaro siempre acudía moviendo la cola. Pero este perro no reacciona. No, no puede ser el mismo. Y además, ¿acaso no fue Okinamaro golpeado hasta morir y su cuerpo arrojado? , ¿Cómo puede sobrevivir un perro después de haber sido azotado por dos hombres fornidos? 

Al oír esto Su Majestad se puso muy triste. Cuando oscureció le dimos al perro un poco de comida. El la rechazó y decidimos que no podía ser Okinamaro. 

Al día siguiente fuí a atender a la Emperatriz cuando estaban peinándola y ella hacía sus abluciones. Yo le sostenía el espejo cuando el perro que habíamos visto la noche anterior se deslizó en el cuarto y se agazapó junto a una columna. Dije: 

—Pobre Okinamaro. ¡Cómo lo golpearon ayer! iQué triste pensar que ha muerto! Me pregunto en qué cuerpo se ha reencarnado. ¡Cómo habrá sufrido! 

En ese momento, el perro acurrucado junto a la columna se echó a temblar y derramó un raudal de lágrimas. Era asombroso. 

—iSe trata de Okinamaro! —dije poniendo el espejo en su lugar. El perro se estiró en el suelo y ladró agudamente, de suerte que la Emperatriz quedó encantada. Todas las damas se presentaron y Su Majestad llamó a la Dama Ukon. Cuando la Emperatriz explicó lo que había ocurrido, todas hablaron y se rieron, muy alegres. La noticia llegó al Emperador, que acudió también. Observó sonriendo: 

—Es asombroso que un perro pueda sentir tan hondo. 

Cuando las damas de honor del Emperador se enteraron de la historia, acudieron en grupo.

 —iOkinamaro! —gritamos y esta vez el perro se levantó y rengueó por el cuarto con la cara hinchada. 

—Que le sirvan comida —dije. 

La Emperatriz agregó con alegría: 

—Sí, ahora que nos ha dicho quién es, que le den de comer. 

Informado el Chambelan Tadataka, se apresuró a salir del antecomedor. Preguntó: 
—¿Es verdad? Quiero verlo con mis propios ojos. 
Ordené a una doncella que le llevara este mensaje: 
—Siento contestarle que temo que este no sea el mismo perro. 
Tadataka contestó 
—Sea lo que fuere, no faltará ocasión de que yo vea al perro. No podrán escondérmelo indefinidamente. 
Poco después, Okinamaro recibió el perdón del Emperador y volvió a su feliz estado anterior. Aún ahora, cuando recuerdo cómo se quejaba y temblaba respondiendo a nuestra simpatía, el episodio me parece triste y comnovedor. Cuando alguien me lo recuerda, me pongo a llorar. 







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