En un parque de Londres mostraban fieras salvajes, cobrando por ello dinero o tomando perros y gatos que servían de alimento a las fieras.
Un hombre quiso ver las fieras, atrapó un perrito en la calle y lo llevó al parque. Lo dejaron pasar, y al perrito lo echaron al león para que se lo comiera.
El perrito se encogió en un ángulo de la jaula, con el rabo entre las piernas. El león se acercó a él y lo olfateó. El perrito se tendió de espaldas, levantó las patitas y agitó la cola. El león le dio la vuelta con una pata. El perrito se levantó y se alzó de manos al león. El león miró al perrito, volvió la cabeza a un lado y al otro y no tocó al animalito.
Cuando el dueño de las fieras echó carne al león, éste arrancó un pedazo y dejó el resto al perrito.
Al anochecer, cuando el león se acostó, el perrito se tendió a su lado y descansó la cabeza en una pata del león. Desde entonces, el perrito vivía en una jaula con el león. Éste no tocaba al animal; comían y comían juntos y a veces, jugaban.
En cierta ocasión un señor fue al parque y reconoció a su perrito; dijo al dueño del parque que el perrito era suyo y pidió se lo devolvieran. El dueño quiso devolverlo; pero intentaron agarrar al perrito para sacarlo de la jaula, el león, erizada la melena, rugió furioso. En fin, el león y el perrito vivieron todo un año en la misma jaula. Al pasar otro año, el perrito enfermó y se murió.
El león dejó de comer y no hacía más que oler al perrito, lamerlo y tocarlo con la pata.
Cuando el león comprendió que el perrito estaba muerto, dio de pronto un salto, y, erizado el pelo, se golpeó por los costados con la cola, se arrojó contra la pared de la jaula y se puso a roer los cerrojos y el piso.
El león estuvo todo el día agitándose en la jaula y rugiendo y, luego se tendió al lado del perrito muerto y quedó inmóvil. El dueño del parque quiso retirar de la jaula al perrito muerto, pero no dejó que se le acercara nadie. El dueño creyó que el león olvidaría su pena si se le daba otro perrito y metió en la jaula al animal vivo, pero el león le dio un zarpazo. Luego, abrazó entre sus patas al perrito muerto y no se movió en cinco días.
Al sexto día, el león se murió.
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