El relato de un perro
Mark Twain
Mi padre era un san bernardo y mi madre una border collie. Yo soy agnóstico. Esto me lo explicó mi madre. A mí no se me ocurre hacer esas distinciones. Para mí no son más que palabras largas que no significan nada. A mi madre le encantaban ese tipo de palabras; le gustaba decirlas y ver la reacción de los otros perros, la sorpresa y la envidia, contemplarlos preguntándose cómo era posible que existiera una perra tan culta. Pero no era una cuestion de cultura, era un paripé: habia memorizado esas palabras después de escucharlas muchas veces en el salón o en el comedor o en el cuarto de juegos de los niños. Cada vez que escuchaba una palabra más o menos larga la repetía en su cabeza hasta que era capaz de retenerla, y luego la soltaba en alguna reunión perruna para sorprender a propios y extraños. Desde el Chihuahua hasta el mástin quedaban atónitos. Aquello le compensaba de sobra el esfuerzo del aprendizaje. Siempre que había algún perro desconocido en las reuniones, en cuanto recobraba el aliento le preguntaba a mi madre por el significado de la palabra que acababa de decir. Y ella siempre se lo explicaba. El perro desconocido pensaba que iba a pillarla con su pregunta, pero acababa saliendo escaldado. Los otros perros aguardaban ese momento con impaciencia, sabían lo que iba a pasar y se sentían orgullosos de ella.
Cuando explicaba el significado de una palabra de las largas todos sentían una admiración tan profunda hacia mi madre que ni se les ocurría preguntárse si la explicación era la correcta.
Normal: respondía tan rápido, y con una naturalidad tan grande, que era imposible que alguno dudara de ella.
¿Cómo íban a darse cuenta? Era el único perro culto que conocían.
Siendo yo algo más mayor, mi madre vino un día a casa con la palabra intelectual en la boca, y la repitió a menudo durante la semana siguiente, en reuniones con otros perros y toda clase de eventos. Entonces me di cuenta de que cada vez que explicaba el significado de intelectual, daba una versión distinta. Ocho significados diferentes para ocho reuniones diferentes. Yo no dije nada al respecto. Ella siempre guardaba un as en la manga: la palabra sinónimo. Si algún perro insistía, y le volvía a pedir que explicáse mejor algún significado, mamá titubeaba una milésima de segundo (sólo yo me daba cuenta) y respondía algo como "es un sinónimo de prerrogativa", o cualquiera otra palabra tan larga como una serpiente. Aunque no tuviera ni idea de lo que quería decir.
Tras esa demostración de cultura tan evidente, todos los perros golpeaban el suelo con sus rabos en señal de felicidad. Pasaba igual con las frases completas. Volvía a casa repitiéndose una frase que sonaba bien y la soltaba en varias sesiones, siempre delante de audiencias distintas, y explicaba su significado según se le íba ocurriendo. Siempre un significado distinto. A ella no le importaba lo que querían decir en realidad, y tenía muy claro que ninguno de aquellos perros íba a darse cuenta de nada.
iTenía tanta seguridad al respecto de la ignorancia de sus congéneres! Y la realidad le daba siempre la razón.
Se atrevia incluso a contar chistes y anécdotas enteras que había escuchado de la voz de sus humanos, liándose siempre con las historias y rodando por el suelo tronchándose de risa despues de haberlas contado, preguntándose por qué no tenían el éxito que tenían cuando las contaba una persona; pero no hacía daño a nadie, y al final los otros perros se unían a ella y todos rodaban por el suelo, tan contentos, un poco avergonzados de no haber pillado la broma aunque satisfechos de que nadie se hubiera dado cuenta.
Leyendo esto podríais pensar que mi madre era un ser superficial y vanidoso, pero no, nada más lejos de la verdad. Tenía buen corazón, era amable y cariñosa y no guardaba rencor a quien le hacía daño. Enseñó a sus cachorros a comportarse, a ser valientes y a defender a sus seres queridos sin importarles el daño que pudieran sufrir ellos mismos.
Y no nos lo enseño con palabras, sino con hechos, la única forma real de enseñarle algo a alguien.
Fue todo un ejemplo. Todos la admirábamos por su buen carácter y queríamos ser como ella. Mi madre era muchísimo más que las palabras que conocía.
