EN EL SANTORAL CATÓLICO LA FIGURA DE SAN FRANSISCO DE ASIS SOBRESALE COMO PATRONO DE LA RELACIÓN DEL HOMBRE CON LA NATURALEZA Y LOS OTROS ANIMALES.
A ESTE PATRONO DE LOS ANIMALES EN LAS REPRESENTACIONES LOS SUELEN ACOMPAÑAR DE UN LOBO, AVES Y, A VECES TAMBIÉN UNA OVEJA.
PERO, ESPECÍFICAMENTE RESPECTO DE LOS CANES, EL SANTO QUE SE ASOCIA ES SAN ROQUE, PATRONO DE LOS PERROS. SU DÍA ES EL 16 DE AGOSTO.
Roque, uno de los santos más venerados del mundo católico, nació hacia el año de 1295 en Montpellier, Francia; su nacimiento se debió a un voto hecho por sus padres desolados por carecer de hijos.
Pronto quedó huérfano, vendió todos sus bienes a favor de los pobres y partió en peregrinación a Roma. Se inscribió en la Tercera Orden Franciscana y fue peregrino por toda su vida.
En aquellos años la peste devastaba a Europa y a Italia especialmente.
En su peregrinación romana se detuvo en Acquapendente y prestó asistencia a los enfermos de peste en un hospital y llevó a cabo curaciones milagrosas.
Luego pasó a Cesena y después a Roma, donde curó a un cardenal que luego lo presentó al Papa. Después de unos tres años, tomó el camino de regreso por Rímini, Novara y Piacenza, donde a su turno fue atacado por la peste y debió retirarse al campo vecino y, con una pierna adolorida por un bubón, se detuvo en las orillas del río Po, cerca de Piacenza, aislado de todos para no ser carga para nadie. Calmaba su sed con agua de un pozo y el hambre con el trozo de pan que todos los días le llevaba el perro del patricio Gottardo Palastrelli. El dueño del perro que no era creyente, se intrigó por la conducta de su can que todos los días se íba con un pan. Lo siguió y descubrió que se lo entregaba a Roque. Quedó admirado por semejante hecho, asistió y cuidó al enfermo hasta su curación y se convirtió al evangelio y, en señal de agradecimiento, le regaló a San Roque el perro que le estuvo alimentando. Es el perro que aparece indefectiblemente en todas las imágenes del santo peregrino.
Cuando abandono Piacenza se dirigió hacia el norte de Italia; fue arrestado en Angera, cerca del Lago Mayor, por algunos soldados que sospecharon que era espía, y fue encerrado en una prisión donde sufrió penas indecibles.
Roque viajaba siempre a pie de ciudad en ciudad, sólo y pobre, de un santuario a otro. Esto para él podía ser un óptimo ejercicio ascético, pero no era todavía santidad heroica.
Durante cinco años se consumió en la cárcel, hasta que murió el día de la Asunción, 15 de agosto de 1327; tenía 32 años y sólo entonces fue reconocido.
Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era el hijo del que había sido Gobernador de la ciudad. Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales.
A San Roque lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.
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